sábado, 30 de marzo de 2013

Mi Tesoro Coco

El 29 de Septiembre del 1998 nació un perrito precioso, blanco, con unos ojos negros que iluminan, con unos dientes afilados, ese perrito se llamaría Coco.
A los dos meses de nacer se lo dieron a mi abuelo. Desde el primer segundo el perrito fue el rey de la casa. Yo tenía 8 años y todos los días iba a la casa de mi abuelo a ver a Coco, rodeaba la mesa a gatas y el perrito que media como 10 cm venía detrás y así todos los días. 
Hasta que el verano del 2001 mi abuelo se puso muy malito, tenía la enfermedad que por desgracia se lleva a mucha gente, tenía cáncer. El 23 de febrero del 2002 nos dijo adiós. En ese momento el único que me ayudo a superar su perdida fue Coco. 
Para mi abuelo lo único importante en sus últimos años de vida fui yo, iba con él siempre, me levantaba, me hacia el desayuno, me llevaba a clase, me recogía, me acostaba, todo. 
Tenía 11 años cuando él se fue y con su muerte perdí el sentido y el único que estaba conmigo era el perrito, ya que mis padres tenían que trabajar. Coco desde ese momento fue todo para mí, era el único que me hacia sonreír, me daba mimos y estaba conmigo.
Después de 14 años se ha ido, me ha dicho adiós… Echaré de menos ver cómo te subías y te caías del sofá porque ya las patas no te aguantaban, ver cómo le pedías comida a mamá o como ladrabas y movías la cola cuando entraba por la puerta. Echaré de menos bañarte y que me llenaras de jabón, echaré de menos tumbarme contigo y abrazarte, decirte lo que te quería, contarte mis problemas, sacarte a pasear. Echaré de menos sentir que estabas conmigo, mirarte y sonreír, olerte y acariciarte. 
No tenía que haberte llevado al veterinario, antes de llevarte ya sabía que no volvías a casa vivo y te lleve y me siento culpable. Perdóname mi vida, perdóname por haberte hecho daño, pero era lo que tenía que hacer, estabas malito y sufrías. Llore muchísimo al decirte adiós Coconu y te abrace tanto cuando ya te habías ido, cuando ya no sentías, te quiero tanto que ya han pasado casi dos semanas de tu muerte y aún sigo llorando por ti. 
No te puedes quejar, descansas debajo de una hermosa palmera en la cual siempre hace sombra, como te quejes voy a por ti eh… Coco no te olvides de mí porque dentro de unos años iré a por ti y te traeré de nuevo a casita, de donde nunca tenías que haber salido.
Para mí no eres un perro, eres mi familia. 
Te Quiero y Te Amo. 
No me dejes nunca.


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